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Cazón en Obama

La vida, en general, y la política, en particular, se componen de pequeños detalles, pequeños movimientos que engloban una totalidad y que llegan a lo más profundo. El senador Obama lo tiene muy claro. Lo sabe. Por eso, en un viaje relámpago y cuidadosamente preparado y encubierto por su servicio secreto, Obama llegó el pasado 20 de Octubre a la Base Naval de Rota. Nadie lo esperaba y, de hecho, todavía hay personal militar que no se explica cómo no ha habido un recibimiento preparado para una llegada así. La respuesta es clara y deja entrever la personalidad del que puede ser el futuro presidente de los Estados Unidos. Ni quiso recibimiento ni debemos atribuir esta maniobra a una excesiva modestia. Se trataba de llegar, estratégicamente, y volcar el voto de un reducto americano, de un trocito de Estados Unidos que todavía vota republicano y que ve con recelo su política, su ideal. Y Obama sabe que no hay nada mejor que aparecer por sorpresa. Y lo hizo. Visitó la escuela, el hospital, las tropas y varios departamentos donde fue recibido con una extraña mezcla de escepticismo y respeto pero siempre esparciendo un aura palpable de elegancia porque, digámoslo ya, Obama es un tipo de una elegancia evidente, hasta cuando va con zapatillas deportivas y sudadera. Y casi, casi, podría recordarte al Rat Pack e imaginártelo dando un mítin en Las Vegas mientras se toma cinco martinis y suelta chistes sobre cómo estar borracho durante todo el día. Aún así, no perdería su aire de político especial.

 

Y bien, digamos que esto eran los negocios, la tarea, el trabajo. Para la diversión, el senador Obama preguntó por algo alejado de la base norteamericana y, entre las propuestas, salió Cádiz. Durante el viaje había sido informado de que era una ciudad milenaria, pequeña, preciosa, la más antigua de Europa. Y Obama quiso verla, visitarla, recorrerla de forma totalmente desapercibida. Como una aparición. Nada de llamar la atención: un coche largo y oscuro, cristales empañados y dentro, la expedición. Lo primero fue la visita a La Caleta. Al verla, Obama soltó con fuerte acento guiri un escueto “no es para tanta copla de Carnaval, isn’t it?” que comenzó a mosquear a ciertas autoridades gaditanas que acompañaban la comitiva especial y encubierta preparada por el servicio secreto. “¿Qué ha dicho que la Caleta no es para tanta copla de Carnaval? era la pregunta más formulada durante la tarde. En la comitiva, un carnavalero autor de diversas y sentidas coplas a la Caleta quedó profundamente herido con estas palabras. Parece ser que a Obama le importó bien poco esto.

 

Cuentan que quedó impresionado con la vista aérea de la ciudad desde la torre Tavira y también con su centro, que decidió recorrer a pie. El paseo lo hizo acompañado de un cierto rumor y cuchicheo que se hacían cada vez más crecientes. En el aire gadita una pregunta: ¿Ese gachó del medio es el Obama ese? El espíritu hiperbólico del gaditano, alimentado por el Levante, le hace estar preparado para estas cosas pero, evidentemente, Obama paseando por la calle ancha y entrando en la librería Quórum para comprar un coleccionable de Drácula es algo que, cuando menos, acojona.

 

Y se percibía, en el peso de la tarde, la libertad que caracteriza a Cádiz, el espíritu libre que le viene del mar y de su pasado ilustrado y glorioso. El paseo de Obama, paquete de pipas en mano,  expresaba, dando esquina a una estrecha calle gaditana, la tranquilidad y la grandeza de alguien que puede manejarnos durante los próximos cuatro años pero que, desde la solemnidad de unas elecciones de las que depende el mundo, decide ir a la Plaza de las Flores y hartarse de pescaito frito. El gesto, acompañado con unas cañas y un tinto, fue captado por el gadita. Las tascas  y los bares de Cádiz, empezando por el legendario bar Manteca, comienzan inmediatamente a corregir las cartas y los menús. Se puede leer Cazón en Obama, sustituyendo al Cazón en Adobo de toda la vida, en una suerte de arenga guasona. Por cierto que no invitó la casa y, aunque Obama acabó harto de Cazón, el senador llegó a pedirse otra media ración de Chocos por lo que se complicó la noche cuando empezaron a tocar las Acedías.

 

Obama regresó a su país y añoró su plato preferido. Nunca sabrá, si no vuelve por este rincón, que el Cazón en Obama lo recordará como la gran esperanza que todos quieren que se cumpla. Toca otra cervecita mientras esperamos. Y ponte unas aceitunitas, por favor.

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