Este disco, aparte de ser un estupendo repaso a todas sus influencias, es, de entrada, mágico. Esa portada de John Lennon cuando los Beatles, vestidos de cuero, eran cuatros pipiolos en un escenario mal iluminado de un bareto de Hamburgo, le recuerda a uno que estos, los beatles y unos cuantos más, forman parte de la cultura con mayúsculas. Ahí lo tienes, haciendo el Stand By Me como si lo hubiera compuesto él mismo. Que no es el caso, pero podría. Totá, que es un gran disco con unas sesiones de grabación en Los Angeles míticas por el desparrame y drogadicción de los presentes. Aún así, música real, que normalmente es sencilla. Ahí está.
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