Mis directores favoritos: John Ford
Pongamos que hacemos una lista de mis directores favoritos. Por supuesto, debe estar John Ford. He visto muchas películas suyas, muchísimas, entre otras cosas porque suelen pasarlas por televisión y porque tiene una filmografía que es sencillamente increíble, por extensa. No he visto todavía ninguna que no me haya gustado... Salvo El Fugitivo, una historia bastante aburrida con Henry Fonda como protagonista. Pero de verdad, esas películas como Río Grande, Fort Apache, El Hombre Que Mató a Liberty Valance, El Hombre Tranquilo, El Sargento Negro, El Delator y muchísimas otras... Su sentido del humor era maravilloso, su forma de componer los planos, de dirigir la historia... A Orson Welles (que se empapó de La Diligencia para rodar Ciudadno Kane) le preguntaron una vez cuales eran sus tres directores favoritos. Respondió: John Ford, John Ford y John Ford.
Un gran director y estudioso del cine era (y todavía es) el gran Peter Bogdanovich. Su respeto y admiración por John Ford iban hasta extremos incalculables, como cuando se mudó a Monument Valley para dodar un documental sobre el maestro Ford mientras éste preparaba una película. Ford decía cosas como estas y dejaba claro su estilo.
Peter Bogdanovich ("John Ford"). Editorial Fundamentos, 1971.
John Ford:
No me gustaba el argumento (habla de Dos Cabalgan Juntos) pero la hice como favor a Harry Cohn, que se había encontrado obligado a hacerla y me dijo:
–¿Quieres hacerla por mí?
–¡Dios mío, es un guión horroroso! –contesté.
–Ya lo sé, pero estamos obligados a hacerla... Y tenemos contratados a Widmark y Stewart.
–De acuerdo, haré la película -dije.
Y no me divertí. Sencillamente traté de que el personaje de Stewart fuera lo más humorístico posible.
Su moral era un poco ambigua.
¿No es un poco ambigua la moral de todos?
¿Cuando es posible, le gusta hacer toda una escena en un sólo ángulo, sin cortar, como hizo en la escena junto al río, entre Stewart y Widmark?
Bueno, queda mejor si se puede hacer, si se acerca uno lo bastante para que el público pueda ver las caras con claridad. Algunos directores siguen normas fijas, dicen que siempre se ha de tener un primer plano. Pero tenemos que trabajar con la pantalla grande: en lugar de poner un montón de caras picadas de viruela, una cabezota horrible, un ojo, que son cosas que no me gustan, si puedo poner una escena en un plano medio en que se pueden ver bastante bien las dos caras, pues eso es lo que prefiero. Se ve a la gente, y no sólo las caras. Claro que hoy día en el cine ni siquiera se tiene la posibilidad de mirar a nadie a la cara. El otro día vi una película en que trabajaba Sofía Loren; bueno, es una mujer muy agradable, pero siempre estaba tapada por alguien o sólo le salía la cara un momento. Era la protagonista y la cámara estaba siempre lejos, y nunca se veía bien a Sofía. Es la nueva dirección. Es divertido cómo salen esos chavales de Nueva York, los directores de teatro, y lo primero que hacen cuando vienen aquí es olvidarse del argumento, olvidarse de la gente, olvidarse de los personajes, olvidarse del diálogo y concentrarse en este juguete nuevo y maravilloso que es la cámara.
Usted nunca toma una escena desde muchos ángulos.
No, porque los actores se cansan, se «enfrían» y pierden la espontaneidad, de forma que no hacen más que. recitar su diálogo. Pero si se sacan las cosas en la primera o la segunda toma, hay una chispa, una cierta inseguridad; no están seguros de lo que tienen que decir, y eso le da a uno una sensación de nervios y de suspense.
¿Evita usted también rodar demasiado para que los productores no dispongan de mucho material para volver a montarlo?
No, siempre he trabajado así, porque la película es muy cara y me fastidia desperdiciarla, porque así me criaron. No es para que no puedan cambiarla, porque pueden llevársela a Nueva York y cortar las escenas más dramáticas. Y lo hacen.
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