Florentino Pérez dimite
Actualmente, el fútbol me la trae completamente al fresco. Es decir, mi acercamiento a él es completamente irónico y cínico, bastante crítico y nada de esto tiene que ver con el "deporte". Me gusta, lo he jugado (mejor o peor, creo que mejor que peor, para no ser excesiva e injustamente modesto con mis galopadas por la banda emulando a mi ídolo Míchel) pero ahora me crea gran indiferencia. Lo último aburrido que he escuchado es que Florentino vuelve al Madrid. Inmediatamente he vuelto a sentir indiferencia, aburrimiento. He pensado que sería bueno recordar lo que escibí en 2006 sobre su dimisión. Aunque no lo sigo, sé que al Madrid le viene igual de bien este artículo ahora. Rescatémoslo.
Con este gesto tan gracioso, Florentino Pérez, al que tendremos que agradecer para siempre que ese increíble, inolvidable y legendario gol de Zidane en la final de la Copa de Europa lo marcara con la camiseta blanca y no con la azulgrana (más quisieran ellos), se despide del fútbol y continúa con los ladrillos y demás.
En el gesto de la foto, se pueden interpretar varias cosas. ¿Simboliza la hombría de algunos de los componentes de la plantilla? ¿Está hablando de tamaño? ¿Tamaño de fútbol o de negocios? Aunque... ¿Importa el tamaño si al final no le ganas ni al Bollulos? ¿Se refiere entonces a las distancias? ¿Distancias entre lo deportivo y lo fashion? ¿Equidistancias entre el público y los millonarios? ¿Longitud entre la peluquería más cercana al Bernabeu y la taquilla de Guti, Beckham o Raúl?
Florentino preparaba un órdago para convulsionar al equipo. Algo que dinamitó la última reunión jugadores/junta directiva y que hasta al mismísimo DiStéfano dejó boquiabierto. En petit comité y con el más absoluto de los secretismos, Florentino, tácito y gángster, confesó lo inconfesable:
quería fichar a Donald Trump de interior derecha.
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