Blogia
john&paul&george&ringo

El presentador (se) estrella

Se levantó con la sensación de que el mundo había acabado, que ya no quedaba nada por hacer, sin fuerzas, sin ganas, sin ilusión. ¿Para qué? ¿Para morir envenenado por las víboras? ¿Para intentar llegar al agua del oasis en mitad de este desierto de amenazas y matones? Fue entonces cuando aprendió que todos aquellos guiones que le habían obligado a representar estaban cargados con la marca del diablo y que, si bien él no era un tipo malo, se había dejado arrastrar por sus superiores en la lectura del mal y la representación del caos en un plató de televisión. ¿A dónde había dejado la ética? Ayer, mientras pagaba un café, la estuvo buscando en su cartera pero no estaba ahí ni había estado nunca, sospechaba por cómo le miraban sus sobrinos de vez en cuando.

Había hecho tanto daño que ahora, atrapado por los huevos, con toda su vida al descubierto (incluidos sus escarceos con las bocas de riego, a las que frotaba no precisamente para sacar al genio de la lámpara, sus devaneos con las cabras en los establos cuando tenía siete años, los insultos a su madre, a la que llamaba puta y zorra delante de sus hermanos y, sobre todo, su affair con el Rey Don Juan Carlos, motivo para su desaparición de España o del mundo y la vida, según los servicios secretos) sólo deseaba una cosa: que hubiera una lona allí debajo para amortiguar la caída del presentador estrella de España, para no sentir en sus huesos la indeleble huella de la pistola monárquica que ahora le enfriaba la sien mientras el hilo de sudor rozaba el lóbulo de su oreja.

-Policía, llamamos porque hemos visto a un famoso. Ha aterrizado en el capó de nuestro coche. Estamos en el aparcamiento del Hotel Rambla. Está muerto.

-¿El aparcamiento?

- No, no, el aparcamiento está lleno. El presentador.

Marco Bernal

Copyright All Rights Reserved

1 comentario

littlelucke -

estás hablando de mermelada, claro no?