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New Car, Caviar, Four Star Daydream, Think I'll Buy Me a Football Team

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Algunos se pasan la vida venerando, adorando al dinero. Obsesión, fijación, absoluta y total. La vida gira en torno a cómo hacerse rico, cómo ganar más que mi vecino, tener la casa más grande que mi vecino o mi ¿amigo?, cómo tenerlo todo más grande, en más cantidad, más sofisticado. Adoración y culto que se les hace insoportable porque ganar dinero, lo que se dice, ganar mucho, sólo está a mano de unos pocos. Nunca tendrán, sin embargo, suficiente. Así que cuando lo tengan querrán más, y más, y más, hasta que la cosa se vuelva fea: se han vuelto gilipollas, condición que, en su máxima esencia, es mucho peor que estar muerto.

Creen, los que manejan esto del capital, que no sabemos lo que han hecho: convertir el trabajo no en un derecho sino en un privilegio y mantener calladas las conciencias obreras. Los que trabajan, frente a los que no, los temporales frente a los fijos etc. Y el que trabaja, lo dicho, se puede considerar un privilegiado absoluto y cuidado con chistar.

Un mundo así, tan injusto, tan mal repartido y donde el capitalismo ha tenido la fortuna de encerrar las utopías en “creer en los angelitos” es un mundo de cinismo que entre todos construimos con el silencio, la complicidad y, claro, la ironía.

Así nos va, estamos todos muy bien, todo el mundo tiene trabajo, el trabajo es un derecho y no un privilegio, hay más cultura, más paz, más educación. Todo muy bien, ¿verdad? Altas cotas de progreso hemos logrado. Este es el sistema. Y queremos que haya paz, estar con el explotado y con el que explota, servir a dos señores... Difícil solución, difícil paz. 

Personalmente cada vez que veo un perro, un perro de los fieles, de los que dan la vida por sus dueños, por sus amigos, de los que no traicionan ni dan puñaladas por las espaldas, siento un enorme asco por la raza a la que pertenezco y por saber que entre los míos puede haber gente tan mezquina y con tan poca cultura, tan poco conciencia, tan poca educación y tanta traición. Eso sí, con los bolsillos llenos. Perfecto.

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